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Rosario Murillo respalda amenazas de alcalde sandinista de Jinotega

El alcalde sandinista Leónidas Centeno advierte que tiene fotografías de ciudadanos que apoyaron las protestas de 2018 y los considera “sospechosos”; Rosario Murillo respalda sus amenazas y refuerza la vigilancia total en Nicaragua

Mayo 05, 2025 07:16 PM
Rosario Murillo respalda amenazas de alcalde sandinista de Jinotega

A finales de abril, el alcalde sandinista de Jinotega, Leónidas Centeno Rivera, apareció en un acto público frente a decenas de empleados públicos encapuchados, una táctica cada vez más recurrente del régimen para infundir miedo en la población. Durante su intervención, Centeno lanzó una amenaza directa a los opositores del departamento, asegurando que el régimen los sigue y los seguirá vigilando mientras un jefe policial sonreía al escuchar a la par a Centeno.

Leónidas Centeno no es una figura menor dentro del aparato de represión sandinista. Además de ser alcalde de Jinotega, fue uno de los líderes de la represión en ese departamento durante las protestas de 2018 y figura entre los 54 funcionarios señalados por el Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua de la ONU (GHREN) como responsables de graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad en el país.

“Hay que seguirlos vigilando. Todo el que puso una bandera al revés no crea que porque ahora nos saluda, abraza o da besitos es un super militante del Frente Sandinista. Será siempre sospechoso”, declaró Centeno. “Todo el que salió a la calle a protestar, a sumarse al intento de golpe, tiene que seguir siendo vigilado”, insistió con tono amenazante.

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Pero no se limitó a señalar a manifestantes visibles. Centeno reveló que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo posee fotografías y documentación de ciudadanos que brindaron apoyo logístico a los protestantes. 

“Tengo fotografías de gente cocinando en las barricadas, de quienes recogían medicinas para los supuestos muchachos. Esto no es como en el 79; esta historia no se repite cada cien años”, dijo, dejando claro que el Estado mantiene registros detallados incluso de quienes ofrecieron ayuda humanitaria.

Las amenazas del alcalde podrían haber pasado como una más de las tantas arremetidas del oficialismo, si no fuera porque este 5 de mayo, Rosario Murillo -copresidenta y vocera del régimen- respaldó públicamente sus declaraciones, dándoles carácter oficial y elevando la advertencia a política de Estado.

“Que nadie se atreva. Aquí hay un pueblo de dignidad elevadísima”, dijo Murillo, advirtiendo que “las armas” del pueblo son la dignidad y la exigencia de respeto. Pero su retórica fue más allá del discurso simbólico. “Con Nicaragua no se atrevan”.

Murillo repitió y validó el mensaje de vigilancia total: “Ellos pueden estar tranquilos mientras estén tranquilos. Aquí hay un pueblo vigilante”, sentenció, subrayando la palabra vigilante tres veces en su discurso.

No fue un desliz retórico, sino una amenaza calculada, consciente, dirigida no solo a los opositores visibles, sino a todo ciudadano que, en algún momento, haya osado pensar diferente. Una forma de decir que en la Nicaragua de Ortega y Murillo, ni siquiera la memoria es segura.

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