Nicaragua no le pertenece al sandinismo, sino a la ciudadanía patriótica azul y blanco
Por la memoria de abril, por la dignidad nacional, por el compromiso de volver


Enrique Martínez/Avanza
En pleno centro del exilio, en Indianápolis, Estados Unidos, donde la libertad todavía es posible, retumbó este fin de semana una verdad que desvela a la dictadura: volveremos. El grito libertario que se alzó durante la conmemoración del 7mo aniversario de Abril volvió a estremecer los cimientos de un régimen criminal. Y no es para menos. Porque cada vez que el exilio se une, la dictadura tiembla.
La co-dictadora Rosario Murillo, en un arranque de furia y odio, reaccionó con amenazas grotescas a esta muestra de unidad y fuerza del exilio. Desde su púlpito de poder ficticio, vociferó que los exiliados “jamás serán perdonados” y “jamás podrán volver” a su patria. Pero hay algo que la bruja disecada Murillo no entiende: Nicaragua no le pertenece al FSLN. Le pertenece a esa ciudadanía azul y blanco que no se rinde, que se alzó en abril, que se organiza en las ciudades y los campos, que sobrevive al destierro y que sigue resistiendo con dignidad.
La fuerza que se sintió en esta conmemoración fue abrumadora. No fue solo un acto simbólico, fue una declaración política que hizo temblar al FSLN. Esa fuerza surgió del mensaje firme, de la narrativa combativa y de la esencia viva de abril que habita en la juventud. Fueron los jóvenes quienes lideraron esta conmemoración de lleno: desde la organización logística hasta la dirección política del mensaje. No hubo espacio para el oportunismo, solo para la memoria, la resistencia y el futuro.
El miedo de Murillo no es a la mentira, sino a la verdad: la verdad que proclamó el padre Benito Martínez en Indianápolis, cuando recordó que los exiliados no solo tienen derecho a volver, sino el deber moral de hacerlo. Su voz, perseguida por hablar desde la fe católica, representa la esperanza de millones que vieron en abril un renacer moral. Porque mientras ellos asesinan, encarcelan y destierran, la Iglesia del pueblo resiste con el Evangelio de la justicia, la misericordia y la dignidad.
La juventud nicaragüense, esa que ellos quisieron doblegar con plomo, sigue siendo llama encendida. Desde las universidades y los barrios, desde los trabajos y las casas clandestinas, organizan, inspiran y sostienen la causa de la libertad. Son ellos, los protagonistas de abril, quienes lideraron con firmeza la conmemoración de este aniversario desde el exilio, demostrando que abril vive, porque la memoria resiste.
Indianápolis se convirtió en símbolo de resistencia. En ese acto, no hubo odio, pero sí convicción. No hubo armas, pero sí coraje. Y sobre todo, hubo unidad. Porque cuando nos organizamos, cuando levantamos la voz, cuando creemos que podemos volver, ya estamos comenzando a hacerlo.
Rosario Murillo podrá gritar que “no volveremos”, pero la historia no se escribe con cadenas. Cada amenaza que lanza solo demuestra su miedo a perder el control. Y lo va a perder. Porque el exilio no es derrota: es estrategia y compromiso. Es preparación. Porque el regreso será colectivo, será digno y será irreversible.
Nicaragua no es de los caudillos, ni de los verdugos, ni de los que ensangrentaron abril, con su porquería roja y negra. Es de los valientes que creen, que resisten y que no olvidan.
Volveremos. Porque es nuestra tierra. Porque es nuestro derecho. Porque es nuestra promesa.
¡Abril vive! ¡La dictadura caerá! ¡Nicaragua será libre porque los nicaragüenses ya decidimos ser libres!
Enrique Martínez
Vocero y Directivo de AVANZA Nicaragua
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