Incertidumbre para migrantes nicaragüenses en EE. UU. ante el inminente fin del TPS
Miles de nicaragüenses en Estados Unidos enfrentan un futuro incierto a partir de este 5 de julio, cuando expira su Estatus de Protección Temporal (TPS). La falta de una renovación oficial del programa ha generado ansiedad y temor en la comunidad, que depende de este estatus para vivir y trabajar legalmente desde hace más de 25 años

Miles de nicaragüenses en Estados Unidos enfrentan un futuro incierto a partir de este 5 de julio, fecha en que expira su Estatus de Protección Temporal (TPS).
La falta de un anuncio oficial sobre la renovación del programa ha sumido a la comunidad beneficiaria en la ansiedad y el temor de perder su estatus legal y sus permisos de trabajo, situación agravada por la reciente terminación del TPS para Haití.
Desde enero de 1999, el TPS ha sido un salvavidas para miles de nicaragüenses, otorgado inicialmente por los estragos causados por el huracán Mitch. Este programa les ha permitido vivir y trabajar legalmente en Estados Unidos, con renovaciones periódicas cada 18 meses.
Para muchos, el TPS ha significado más de 25 años de estabilidad, la oportunidad de construir una vida, formar familias, contribuir a la economía estadounidense y enviar remesas vitales a Nicaragua.
Según fuentes oficiales, aproximadamente 4,000 nicaragüenses son actualmente beneficiarios del TPS. Muchos se reinscribieron bajo la actual administración, manteniendo la esperanza de una continuidad que hoy parece desvanecerse.
"Estamos esperando una decisión y espero que no nos ilegalicen. Mi vida está aquí", expresó una nicaragüense que reside y trabaja en Miami, quien teme perder su permiso de trabajo.
La incertidumbre de los nicaragüenses contrasta con la situación de sus vecinos hondureños, quienes también tienen el TPS programado para finalizar este 5 de julio. En Tegucigalpa, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, sostuvo un diálogo con la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, solicitando formalmente la renovación del programa para sus ciudadanos. Noem, por su parte, se comprometió a abogar por ellos ante el presidente Trump.
Los migrantes nicaragüenses no tienen ni siquiera esa esperanza, pues los canales de comunicación entre la dictadura y el gobierno de Trump están totalmente cerrados.
Esta diferencia en la representación es un punto preocupante para la diáspora nicaragüense. El régimen de Daniel Ortega no solo ha evitado cualquier diálogo con las autoridades estadounidenses sobre el futuro del TPS, sino que incluso ha lanzado ataques verbales contra la administración de Estados Unidos. Esta postura ha dejado a los beneficiarios nicaragüenses sin una voz efectiva ante Washington, aumentando su vulnerabilidad en un momento crítico.
A medida que pasan las horas, la comunidad nicaragüense en Estados Unidos permanece en vilo, esperando alguna confirmación que disipe la profunda incertidumbre sobre su futuro en el país que ha sido su hogar durante décadas.
La expiración del TPS sin una renovación afectaría el destino de miles de vidas, y el impacto humanitario en Centroamérica sería devastador.
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