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Indigencia en Costa Rica: un plan piloto intenta reparar años de abandono institucional

Un plan piloto busca coordinar esfuerzos estatales para atender a más de 7,100 personas que sobreviven en las calles de Costa Rica, mientras testimonios revelan una realidad devastadora

Octubre 15, 2025 07:30 AM
Indigencia en Costa Rica: un plan piloto intenta reparar años de abandono institucional

A la sombra de un árbol, bajo un alero improvisado con cartones, o junto a una estación de buses, vive una parte de la población costarricense que ha sido históricamente invisible: las personas en situación de calle.

Hoy, el país intenta dar un giro en la manera en que aborda esta problemática. Un nuevo procedimiento piloto de atención interinstitucional, presentado por el Ministerio de Salud, pretende organizar y coordinar los esfuerzos de diversas instituciones para mejorar la atención de esta población vulnerable.

Según el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), Costa Rica tiene a unas 7,133 personas viviendo en situación de calle. De ellos, 6.458 son hombres, 667 mujeres y ocho personas intersexo, pero detrás de las cifras y promesas institucionales, están los rostros y las historias de quienes sobreviven día a día entre las calles y la indiferencia.

“El alcoholismo les quitó todo”

A sus 61 años, Manuel Jiménez lleva seis meses durmiendo a la intemperie como consecuencia del alcoholismo. Esta adicción lo despojó de “todo”: su familia, su casa, su carro y su trabajo de 18 años en la multinacional Durman.

“Si supieran los trabajos que yo tenía. Tuve carro, esposa, tengo tres hijos. Compré casa”, relata con nostalgia, mientras aprieta contra su pecho una mochila que contiene todas sus pertenencias y que por las noches le sirve de almohada.

Su rutina diaria es un ejercicio de supervivencia. “Tengo que esconderme para orinar y dormir”, afirma sin rodeos. La comida es escasa: “a veces como una vez al día. Una señora me regala algo, pero la verdad, todo es para comprarme alcohol. No puedo dormir sin un trago en la cabeza porque soy alcohólico”.

Costa Rica tiene a unas 7,133 personas viviendo en situación de calle.

Manuel no está solo en su desdicha. Lo acompaña Mario Fernández, alias “Tigre”, quien tiene tres meses en la calle. “Comiendo mierda, viviendo de lo que sacó del basurero”, dice con brutal honestidad. Aunque tiene esposa e hijo, no puede llegar a casa en esas condiciones. 

“Tengo varias semanas que no me baño. Tengo pegada la ropa”, confiesa. “La gente piensa que uno quiere estar aquí. ¡Pero no! La calle te quita la dignidad. Un día me defequé encima. Me tuve que ir a donde un amigo, pedirle un pantalón. Eso fue a las 10 de la noche, solo me bañé de la cintura para abajo... Es vergonzoso, pero no he podido dejar el alcohol”, relata.

Mario también depende del alcohol para poder dormir, para “anestesiar” el frío y el hambre. “Una cobija vieja, unos cartones, y si no, nada. Nos turnamos para cuidar lo poco que tenemos. Nadie nos va a robar, si no tenemos nada. Solo el trago”, menciona.

San José concentra a la mitad de los “sin hogar”

Según el IMAS, de las 7,133 personas viven actualmente en condición de calle, más del 67% tiene alguna dependencia a sustancias “psicoactivas”, y entre un 30% y 40% presenta alguna condición de “salud mental”.

La capital San José concentra más de la mitad de esta población, con el 51.07% del total, equivalente a más de 3,600 personas, seguida por Alajuela con 1,159 casos. Guanacaste es la provincia con menos presencia de habitantes de calle, con 238 personas.

El perfil demográfico es revelador: el 84% de esta población es costarricense y el 90% son hombres. Sin embargo, hay matices importantes. Solo cinco son menores de edad, mientras que 673 son adultos mayores.

El nuevo plan piloto del Gobierno busca mejorar la atención a estas personas mediante una coordinación interinstitucional, involucrando entidades como la Cruz Roja, Fuerza Pública, Policía Municipal, IMAS, PANI, IAFA, INAMU, CONAPAM y CONAPDIS.

“El procedimiento viene a ordenar cómo se atiende cada caso y cómo las instituciones deben coordinarse entre sí. Antes cada una trabajaba de forma separada”, explicó María José Vega, secretaria técnica de la Vicepresidencia a medios costarricenses.

Este enfoque, según la entidad gubernamental, incluye ahora una atención 24/7 mediante el número 911, el despacho directo de casos a instituciones específicas y la creación de espacios temporales o institucionales para recibir a estas personas, dependiendo de su condición.

El calvario cotidiano

La historia de Antonio Olivares revela otra cara del drama. Este nicaragüense de 52 años lleva dos años sobreviviendo en las calles de Moravia. Llegó buscando a su familia, pero perdió todo rastro de ellos. Ahora su vida transcurre entre caminatas interminables y la búsqueda diaria de un refugio improvisado: cualquier sombra que lo proteja del sol abrasador o de las lluvias torrenciales.

Como Manuel, Antonio carga una mochila con lo mínimo: algunas camisas que por la noche se convierten en almohada, y sábanas gastadas. Su edad y su condición migratoria irregular le han cerrado todas las puertas laborales.

Para los “sin hogar”, el maltrato institucional no es la excepción, sino la norma. “La Fuerza Pública nos trata como perros”, denuncia Mario Fernández.

“Nos requisan constantemente, pero nunca nos han informado sobre refugios o lugares donde podamos estar”, comenta Manuel Jiménez.

Este costarricense en condición de calle hace una cuentas en voz alta: “Una pacha de licor cuesta 775 colones. El paquete más barato de cigarros, 400. Si tengo 2,000 colones y me compro comida, me quedó sin nada”.

Hace una pausa y concluye con naturalidad desgarradora: “Entonces prefiero el trago y los cigarros que es, para lo único que alcanza”.

Centros de atención para personas en situación de calle

El pasado 3 de octubre, el Concejo Municipal de San José aprobó la construcción de un nuevo albergue para personas en situación de calle. Este proyecto ofrecerá un espacio seguro con capacidad para 300 personas.

El albergue contará con servicios higiénicos, duchas y un piso especialmente diseñado para adultos mayores y personas con discapacidad. Con esta iniciativa, la Municipalidad busca mejorar la calidad de vida de quienes viven en las calles de la capital.

Este nuevo albergue complementará el trabajo del “Dormitorio Municipal de San José”, que desde hace 15 años brinda atención diaria a 100 personas mayores de 18 años, hombres o mujeres en situación de indigencia. Este local funciona los 365 días del año, bajo el Modelo de Reducción de Daños, que promueve la dignidad, la salud y la reinserción social.

Además de ofrecer cama, ropa limpia y alimentación, el centro apoya procesos de rehabilitación, educación y búsqueda de empleo. También gestiona atención médica y trámites de pensiones o regularización migratoria.

Está ubicado en la calle 12, entre las avenidas 3 y 5; a unos 350 metros de la Iglesia de La Merced, en los altos del Comercial Panamá. El centro se ubica en una zona de permanente afluencia y presencia de personas en situación de calle.

Apoyo comunitario y religioso

La Asociación Casa Hogar San José, de la Pastoral Social de Cáritas Arquidiocesana en San José, trabaja en la atención integral de las personas sin hogar. Su labor incluye alimentación, atención médica, acompañamiento emocional y espiritual, así como apoyo para la reintegración social.

Este espacio acoge a personas sin distinción de origen, credo o condición, “reafirmando la dignidad humana y el derecho a una vida con respeto y oportunidades”. Existen dos “casas hogar” en San José y Heredia.

La “casa hogar” de San José está ubicada en la Calle Morenos, en la Sabana Sur. Este es un centro de tratamiento residencial para varones de entre 18 y 64 años de edad, en situación de calle.

La “casa hogar” de Heredia está en el barrio Corazón de Jesús. Este es un centro de atención ambulatoria para mayores de edad en situación de calle. En Alajuela, existe el Centro Dormitorio Municipal que se ha convertido en un refugio temporal para personas sin hogar. Aunque la municipalidad aporta recursos para su mantenimiento y operación, la participación de iglesias, empresas y voluntarios ha sido clave para ampliar la ayuda.

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