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Remesas sostienen a Centroamérica mientras crecen las deportaciones desde EEUU

Centroamérica subsiste en buena medida gracias a los migrantes que expulsa. Millones de hogares en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua dependen del dinero que envían sus familiares cada mes desde el extranjero, principalmente desde Estados Unidos. Las remesas, han contribuido a reducir la pobreza y ya representan hasta el 28% del PIB en algunos de estos países, señalan especialistas.  Pero el aumento de  de deportaciones impulsado por la actual Administración estadounidense amenaza con mermar estos envíos significativamente

Octubre 06, 2025 08:00 AM
Remesas sostienen a Centroamérica mientras crecen las deportaciones desde EEUU

En Centroamérica, el dinero que envían los migrantes desde el extranjero se ha consolidado como un sostén clave  en los ingresos económicos de millones de hogares. En El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, las remesas representan entre el 18% y el 28% del Producto Interno Bruto (PIB), según cifras recopiladas por el economista Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo del centro de pensamiento Diálogo Interamericano. 

Los cuatro países han sido históricamente expulsores de migrantes: en Guatemala los migrantes son el 8.12% del total de su población; en El Salvador los migrantes representan el 25.41%; en el caso de Honduras son el 8.35%; mientras en Nicaragua, más del 20% de su población ha decidido salir del país -con un éxodo masivo a partir de 2018 a raíz de la crisis sociopolítica- según fuentes oficiales.

En su análisis Remesas de migrantes a Centroamérica y opciones para el desarrollo, publicado en el libro Centroamérica: Rendir cuentas para que la gente cuente, Orozco apunta que  más del 30% de las familias en estos cuatro países dependen de estos envíos para cubrir necesidades básicas como alimentación, salud, educación y vivienda.

El peso de las remesas en la región

Además del impacto directo en los hogares, las remesas sostienen las economías centroamericanas en al menos tres niveles. En el plano macroeconómico, representan una de las principales fuentes de divisas para los países, al nivel de las exportaciones, la inversión extranjera o el turismo. Su influencia se extiende al consumo interno, el tipo de cambio y la estabilidad financiera, explica Orozco.

Uno de esos hogares receptores de remesas en Nicaragua es el de Marina, quien vive en las afueras de Managua, en una urbanizadora de Carretera Nueva a León. Su hijo mayor emigró hace cinco años y desde entonces le envía 300 dólares mensuales, con los que ella cubre la mensualidad de la casa que compró en Ciudad Doral. 

“Dos veces no pudo mandarme a tiempo el dinero a mediados de este año y tuve que pedir prestado para no atrasarme con la cuota. Cuando me llegó la remesa, cinco días después, corrí a pagar la deuda. Si lo deportan, perdería la casa y hacen falta nueve años para terminar de pagarla”, dice con preocupación. 

Marina ve en las noticias cómo se han incrementado las redadas de migrantes en Estados Unidos desde inicios de año, cuando asumió por segunda vez el presidente Donald Trump, quien prometió en campaña “la mayor deportación de inmigrantes sin papeles”. El hijo de Marina vive en Los Ángeles, California, uno de los principales destinos de la migración nicaragüense y recientemente uno de los epicentros de las redadas más agresivas contra migrantes.

Remesas en Centroamérica: así impactan la economía a nivel nacional y familiar

Las transferencias alimentan un ecosistema de servicios intermedios: el envío de dinero genera ganancias a empresas remesadoras, bancos y plataformas que canalizan las transacciones. “El sistema financiero se beneficia por el volumen de transacciones, manejando tasas de rentabilidad importantes”, explica Orozco en su análisis.

Pero, es a nivel de los hogares, en que se evidencia con mayor claridad la dimensión humana de esta economía. “Cada transferencia es un envío a un hogar. En algunos casos, el número de hogares que recibe (remesa) es más del 30% de todos los hogares del país. En Nicaragua es 40%, El Salvador 50% o más”, puntualiza Orozco.

Nicaragua superó los 4 mil millones de dólares, lo que constituyó el 27.6 % del total de su producción económica. Foto: Pixels 

La magnitud del impacto de las remesas va más allá del consumo diario. Según Orozco, “las remesas han contribuido a reducir la pobreza en entre 5 y 7 puntos porcentuales” en los países centroamericanos. Las familias que las reciben no sólo logran cubrir necesidades básicas, sino que también mejoran sus condiciones de vivienda, acceden con mayor facilidad a servicios esenciales y elevan su calidad de vida.

El 82 % de las personas que reciben remesas utilizan ese dinero para alimentación, 52 % para educación, 33 % para salud y 28 % para vivienda”, detalla el análisis de Orozco. Esta distribución refleja el uso esencial de estos recursos, que para muchas familias representan su único sustento estable.

Sin embargo, este modelo enfrenta una amenaza creciente. A lo largo de 2025, el endurecimiento de las políticas migratorias de la Administración estadounidense de Donald Trump ha incrementado las deportaciones de centroamericanos, lo que pone en riesgo la continuidad de estos flujos.

Deportaciones amenazan la región centroamericana

En ese contexto de incertidumbre migratoria, el temor a una deportación inminente es ahora una preocupación diaria para migrantes como Mario, un nicaragüense de 39 años que vive en Nueva Jersey desde hace cuatro años. Cada mes envía 400 dólares a su esposa en Managua: 200 dólares para la colegiatura de sus dos hijas que estudian en el colegio La Salle y 200 más para alimentación y gastos básicos de toda la familia. 

“No quiero que mis hijas dejen la escuela porque mi mayor sueño es que terminen su secundaria en un buen colegio para asegurarles un mejor futuro. Si me regresan, tendría que ponerlas en un colegio público y sería un retroceso para ellas”, comenta con preocupación.

Orozco enfatiza que, a pesar del contexto adverso de las actuales políticas migratorias en Estados Unidos, las remesas han mantenido su flujo. “Incluso en medio de mayores controles migratorios, el flujo de remesas ha mostrado resiliencia, impulsado por nuevas oleadas migratorias y por el compromiso de los migrantes de sostener a sus familias”.

Nicaragua expulsor de migrantes y en dependencia extrema

Nicaragua ha experimentado un crecimiento particularmente acelerado de sus remesas en los últimos años. “El monto recibido por Nicaragua en remesas pasó de 1,682 millones de dólares en 2019, a 4,265 millones en 2023, lo cual representa un crecimiento de más del 150 % en solo cuatro años”. 

Este salto se vincula directamente con el aumento de la migración provocada por la crisis sociopolítica que estalló en 2018 y la sostenida represión estatal del régimen Ortega Murillo. Según el informe, “la relación entre las condiciones políticas autoritarias y el aumento de la migración es evidente en el caso de Nicaragua, donde la población migrante ha crecido de manera desproporcionada respecto al resto de la región”.

Nicaragua superó los 4 mil millones de dólares, lo que constituyó el 27.6 % del total de su producción económica. Foto: Pixels 

En Nicaragua, una fuente del Departamento de Estado confirmó a 100% Noticias que hasta el 30 de septiembre de 2025 llegaron al país 40 vuelos con un total de 4,625 nicaragüenses deportados. En el mismo período, Guatemala registró 17,147 deportaciones desde Estados Unidos, mientras que Honduras reportó cerca de 17,000 retornados, y El Salvador 5,551 personas deportadas, según datos citados por medios internacionales.

En junio de 2025, se reportó el pico más alto del año: Guatemala recibió 51 vuelos de deportación, Honduras 43 y El Salvador 22, según reportes oficiales publicados en medios locales e internacionales.

En Guatemala, el número de ciudadanos retornados también evidencia el endurecimiento migratorio. De acuerdo con un medio internacional, entre el 1 de enero y el 22 de junio, 17,147 guatemaltecos fueron deportados desde territorio estadounidense. Honduras ha registrado una tendencia similar. Según la misma fuente, alrededor de 17,000 hondureños fueron deportados en el mismo período.

En el caso de El Salvador, 5,551 personas fueron deportadas desde Estados Unidos entre enero y junio de 2025, según reportó una agencia internacional de noticias.

A nivel regional, junio fue el mes con mayor número de vuelos de deportación del año: Guatemala recibió 51 vuelos, Honduras 43 y El Salvador 22, según reportó un diario internacional.

“Esta tendencia, si se sostiene, podría reducir la capacidad de muchas familias para recibir remesas de forma regular, al disminuir la base migrante activa”, dijo otro experto en finanzas consultado que prefirió ser citado bajo anonimato.

Deportaciones en aumento

Las deportaciones de migrantes desde Estados Unidos se han intensificado notablemente durante 2025. Entre el 20 de enero y el 23 de septiembre, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) reportó más de 400,000 deportaciones forzosas, una cifra que excluye a los 1.6 millones de personas que se "autodeportaron" voluntariamente durante ese mismo periodo. 

Este repunte se suma a una tendencia ya consolidada. Durante el año fiscal 2024 —de octubre de 2023 a septiembre de 2024— el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) deportó a 271,484 personas, el número más alto registrado por esa agencia en casi una década. 

La continuidad y el aumento de estas deportaciones generan preocupación en países como Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, donde millones de hogares dependen de las remesas enviadas desde Estados Unidos para cubrir necesidades básicas.

A medida que Estados Unidos intensifica su política migratoria y aumenta las deportaciones, algunas proyecciones advierten que la región podría enfrentar una caída significativa en los flujos de remesas. Según un análisis de Fitch Solutions / BMI, una firma internacional especializada en riesgo país y análisis macroeconómico, los envíos de dinero desde el extranjero podrían disminuir sustancialmente si se mantiene el actual ritmo de deportaciones y restricciones migratorias. 

“Esperamos una disminución acumulada del 12 % en los flujos de remesas hacia El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua durante 2025 y 2026”, indica el informe publicado por la firma en junio de 2025.

Remesas impulsadas por nuevos migrantes

Mientras Estados Unidos intensifica su política antimigratoria, los envíos de dinero hacia Centroamérica no se han detenido. Según Bloomberg, los países latinoamericanos registran incrementos de dos dígitos en sus remesas, a pesar de la campaña de deportaciones de la Administración Trump. 

El reporte destaca que la región podría recibir 161 mil millones de dólares en remesas en 2025, lo que representaría un aumento superior al 8% respecto a 2024. Esa proyección refleja que, aunque más migrantes son deportados, otros optan por acelerar sus envíos ante la presión migratoria.

El artículo también cita al Diálogo Interamericano para explicar que “el crecimiento de las remesas no proviene de los migrantes establecidos desde hace años, sino de los nuevos llegados que comienzan a enviar dinero casi de inmediato.” 

En su análisis, Orozco confirma que “el 4 % de los migrantes centroamericanos en Estados Unidos ha enviado remesas por más de cinco años, mientras que el 18% lo ha hecho por menos de dos años, lo que refleja un recambio constante en la base migrante que sostiene el sistema”.

Esta renovación constante de migrantes permite sostener los envíos, pero también evidencia la fragilidad de un modelo económico que depende de la migración continua para subsistir. Como advierte Orozco: “La economía de las remesas es un modelo de sobrevivencia, no de desarrollo”.

Aumento sostenido de las remesas en Centroamérica

De acuerdo con datos recopilados en el estudio de Orozco, no solo Nicaragua experimentó un aumento de envíos desde el extranjero. Durante los últimos cinco años, el volumen de remesas hacia Centroamérica ha crecido de forma sostenida, consolidando su rol estructural en la economía regional. El total combinado de remesas en Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala pasó de 22 mil millones de dólares en 2019 a 38 mil millones en 2023, un crecimiento del 72%.

En 2023, las remesas alcanzaron niveles históricos en los países centroamericanos analizados. Guatemala encabezó la lista con 19 mil millones de dólares, equivalentes al 21% de su Producto Interno Bruto. Honduras registró ingresos por remesas de 9 mil millones de dólares, que representaron el 27% de su economía.

El Salvador recibió 8 mil millones (26 % del PIB) y Nicaragua superó los 4 mil millones de dólares, lo que constituyó el 27.6 % del total de su producción económica. Según el análisis de Orozco, esta creciente dependencia se ha intensificado en la última década. En 2013, las remesas representaban en promedio el 16% del PIB regional; para 2023, esa cifra superaba el 25 % en tres de los cuatro países mencionados.

El informe del experto también destaca un aumento en el monto promedio enviado. “En 2023, el envío promedio por remesa fue de 309 dólares, un aumento del 8 % respecto al año anterior”. Además, “el número de envíos anuales también ha crecido, pasando de 11 a 13 por persona entre 2018 y 2023”.

Migrantes que envían remesas: el pilar que ignoran los gobiernos centroamericanos

A pesar de su relevancia económica, las remesas siguen sin integrarse a estrategias nacionales de desarrollo. Orozco apunta que “la ausencia de políticas públicas para la vinculación del migrante con su país de origen revela un patrón de negligencia institucional”.

Los gobiernos centroamericanos no han impulsado programas que canalicen estos recursos hacia el ahorro, la inversión productiva o el desarrollo comunitario. “El migrante centroamericano continúa siendo un actor invisibilizado en las políticas públicas de su país. No se le considera como sujeto de derechos, ni como parte del sistema político, económico o social”, cita Orozco.

El análisis también destaca que “las remesas no están siendo utilizadas como instrumento de desarrollo ni se integran en programas gubernamentales o municipales que promuevan oportunidades de inversión, emprendimiento o cohesión social”.

En este contexto, la región depende de un modelo económico sostenido por el esfuerzo de su gente en el extranjero, sin que existan políticas públicas efectivas que garanticen sostenibilidad o dignidad. “Los países carecen de una política migratoria integral que considere a sus ciudadanos en el exterior como sujetos de derechos”, concluye Orozco.

Historias como la de Marina y Mario muestran la fragilidad del modelo económico centroamericano. Ella depende de los 300 dólares mensuales que su hijo le envía desde Estados Unidos para pagar su casa. Él envía dinero desde Nueva Jersey para la educación y alimentación de sus hijas. Ambos están en riesgo de perderlo todo.

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